Nazario y Ocaña reciben la oferta de los organizadores de un gran festival de fin de año en el Palau Blaugrana para presentar actuaciones. Bajo el nombre “Las Pirañas Divinas”, Nazario, Ocaña y toda la pandilla pasaron varios días diseñándose modelos para las presentaciones. La barra libre hizo que las locuras, las entradas al escenario al que llegaban catapultadas a través de una rampa, la competición por lucir modelos, chupar cámara y acaparar micrófonos, fueran delirantes. Una presentadora tuvo que ser llevada en ambulancia a urgencias presa de un como etílico. Las demás no.
NAZARIO (2004): Los años 70 vistos por Nazario y sus amigos, Castellón, Ellago, p. 185
Desmadre de las “locas” barcelonesas
en una superfiesta gay sin límites
CUANDO LA MARCHA SE VISTE DE SEDA
Una fiesta gay por todo lo alto y con toda la marcha organizada por este grupo “Las pirañas divinas”, que, como su nombre indica, para formar parte no tienes más que sentirte piraña.
Con una semana de antelación ellas, “Las Pirañas Divinas”, nombre artístico de todas, preparaban con espectacular frenesí el vestuario que cada una luciría en la fiesta más marchosa de la ciudad, porque en cuestión de marcha son las primeras. Pero el ranking por ser la más mala es algo establecido hace muchos años. “La Principal” contempla como “La Pantera Rosa” mete unas puntadas en el vestido negro, que lo adquirió en los Estados Unidos; la muerta de papel maché continúa impertérrita en su ataúd al tiempo que las plañideras vigilan que todo esté en orden en esta locura y singular casa. En estos momentos la vecina entra luciendo como todo vestuario sus puntillas verdes unidas en el hombro por unas perlas de collar blanco. “Fíjate este vestido abierto por delante y por detrás con lo resfriada que estoy, nena; pero como bufanda llevaré unos cuantos metros de boa”, que en la noche festiva era todo su ropaje.
Los vestuarios del día elegido para la fiesta eran un cocktail entre tocados exótico-caseros: cestas de flores, cestas de arroz, pero de cualquier forma lo que abundaba era la aparatosidad; Carmen Miranda hubiese palidecido al verlos. La más fina de todas, a eso del filo de las doce, se presentó con su tocado en forma de árbol natural que acompañaría a su cola de papel de seda en naranja y lila, que al poco de ponérsela sería destrozada por ella misma en un arranque de arte conceptual. Todas comenzaron un palmo más alto debido a los acharolados tacones que al final de la noche no quedaban de ellos más que los clavos. “Si hay algún macho que entre, que hoy tenemos duchas colectivas como en la mili, que es como nos gustan. No que yo le caliento mientras tú te lo tiras. No, no; que con tocarlo a mi ya me es suficiente”, comentaban como buenas amigas dos de ellas; al tiempo que una tercera recomendaba un chorbo porque “Por esa polla te compro yo un pisito con visillo, con visillos y todo”. Todo un transcurrir de bromas, de alcohol, de besos y canciones como la de “Francisco alegre y olé”. Entraba la Divina en el vestuario tras haber recorrido todo el local de aquí para allá.
Ocaña besando con fogosidad |
Publicación: LIB
Fecha: ¿?/¿?/1979
Página: ¿?
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Publicación: EL PAÍS
Fecha: 25/03/10
Página: 2 (QUADERN)
Autor: J. M. MARTÍ FONT
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