OCAÑA Y EL CARNAVAL (DE LOS AUTOMARGINADOS)





Publicación: ABC
Fecha: 06/03/1979
Página: 34
Autor: ¿?

Con una "Tortillá" en Chapina finalizaron los actos

A pesar de la prohibición gubernativa, se celebró la casi totalidad del programa

Como ya adelantábamos en nuestro número del domingo (ver ABC, pág. Última Hora), el carnaval sevillano se llevó a cabo a pesar de la expresa prohibición gubernativa que pesaba sobre el mismo. A primeras horas de la tarde del sábado comenzaron a llegar a la Alameda de Hércules numerosos grupos de personas disfrazadas, así como espectadores atraídos por el ambiente de fiesta que reinaba en los alrededores. Fuerzas de la Policía Nacional vigilaban la zona, sin que en ningún momento se vieran obligadas a intervenir. Con cierto retraso sobre el horario previsto, comenzó el «pregón de los carnavales», a cargo del señor Ocaña, tras el cual se coronó reina de los mismos a una niña de corta edad. El paseo de murgas, impedido por la Policía, no se llevó a cabo, por lo que se improvisaron numerosos grupos en el recinto de la Alameda, que cantaban y bailaban sevillanas. Con la llegada de la noche, el público se fue agolpando en el local de Comisiones Obreras, en la calle Calatrava, cedido al efecto, que era incapaz de albergar tan elevado número de personas. Allí, en un estrado, fueron apareciendo espontáneos, que con diversas actuaciones entretenían a la gente. Disfraces de todas clases paseaban por la Alameda, desde Mazinger –con lucecitas incorporadas– al «Papa Clemente», del Palmar –seguido de tres «monjitas»–, y desde dos pequeñas «abejas Maya» a  preciosos trajes de época. Un aluvión de «árabes» –el disfraz que más abundaba– pululaban por la zona. La madrugada del sábado al domingo transcurrió en el local señalado, si bien alrededor de las cuatro se encontraba más despejado. El domingo continuaron los actos y mucha gente se reunió en el parque de Chapina para comer la anunciada «tortillá». El soleado día acompañó a los comensales, que disfrutaron del césped hasta la caída de la tarde. Con ello finalizaron estos «carnavales», donde la figura aglutinante ha sido el «gay» Ocaña, que, como viene siendo normal, a su paso por Sevilla realizó sus «particulares shows» en el aeropuerto, la Plaza Nueva y La Campana, a base de gesteos y posturas obscenas.

N. de la R. –A pesar de la prohibición de las autoridades, el sábado la Alameda se llenó de gentes, que sacaron sus disfraces en busca de unas horas de expansión. ABC denunció en su día (ver viernes día 2 y domingo día 4) lo que se escondía detrás de esa falsa resurrección de una tradición popular. Sin embargo, los sevillanos supieron ponerse por encima de las circunstancias, y a excepción de los grupos de travestis y «pasotas» hicieron suyo, transformándolo, el incipiente conato de carnaval de los automarginados. Trato especial merece el señor Ocaña y su corte de «gays» que recorrieron la ciudad en una auténtica provocación, trasladando su comparsa el domingo a los jardines de Chapina. Con todo, si nadie es capaz de hacer cumplir una orden de prohibición, ¿a quiénes deberán pedir responsabilidades los ciudadanos?




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