La filmografía de José Pérez Ocaña (Cantillana, 1947 - Sevilla, 1983) también se compone de las películas que nunca llegó a realizar.
Sus proyectos truncados más conocidos son una propuesta italiana que le salió a raíz de la presentación de Ocaña, retrat intermitent en el Festival de Cannes de 1978 (quizás de la mano de Marco Ferreri, que ya se había interesado por Bigas Luna y su Bilbao) y el film que le habría puesto bajo las órdenes de Pedro Almodóvar...
Pero poco o nada se ha hablado del proyecto sobre el Papa Clemente y el Palmar de Troya...
Jesús Rey-Joly nos lo descubre:
De lo del Clemente, sólo puedo informarte yo, pues era nuestro proyecto, de Ocaña y mío, y, que yo sepa, no lo hablamos con nadie más (bueno, si Ocaña hizo gestiones por su parte en Barcelona, lo ignoro).
Pues quedó en eso, en proyecto, en conversaciones entre nosotros, en las que me manifestó su entusiasmo y empeño en llevarlo a cabo, y en un breve esbozo literario que yo le escribí y sobre el que comentábamos y sugeriamos. El documento, por supuesto, no existe, se perdió en la bohemia errante de la época.
Recuerdo que situábamos la acción en la Sevilla barroca, para evitar encontronazos con los protagonistas reales y poder desmadrarnos aun más y superar en kitsch a la propia Orden de la Santa Faz, que así se llamaba la organización del tal Clemente, una loca que fue muy conocida en sus tiempos anteriores al éxtasis lúbrico-místico bajo el apodo de la Voltios, por el novio de la compañía sevillana de luz, a quien sostenía la escalera en sus reparaciones del alumbrado público.
A Ocaña le apasionaba la idea de revestirse como una de esas vírgenes imposibles que él mismo creaba.
Fue a lo largo del 79 cuando proyectamos hacer ese guión, en varias de sus visitas a Sevilla, en las que siempre encontraba un hueco para visitar mi buhardilla y hablar de nuestras tonteras, o en mis escapadas a Barcelona.
Después, estuvimos unos años perdidos de vista, porque yo me fui al año siguiente a Alemania, corriendo tras el amor, y no nos volvimos a ver hasta los días trágicos de su última visita.
Te puedes imaginar que los detalles, si algunos concretamos acerca del guión definitivo, también se los llevó el olvido...
Para terminar, os dejo con una de las visiones remotas de Dalí Junior (Mataró, 1954), que de bien seguro le habría encantado a Ocaña.
Ovni rojo en el Palmar de Troya Dalí Junior, 2008, acrílico sobre madera, 40 x 80 cm. |
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