El número 7 de la revista C★ndy (que se lee "candy"), la First Transversal Style Magazine (que así la venden), incluye cuatro páginas sobre José Pérez Ocaña.
Además de con Lady Gaga y Marilyn Manson, Ocaña comparte índice con Klaus Nomi, Pierre Molinier, Andy Warhol, Claude Cahun, Leigh Bowery y muchos artistas más que son clave para entender el siglo XX.
Hay que agradecérselo a Eduardo Gión, quien ya figuraba en el Archivo ocañí por haber filmado a la Beata Ocaña en ocho milímetros y cinco minutos, porque él es el autor del reportaje, que se abre con el cuadro del Sagrado Corazón de Marica, seguido de una entrevista, una fotografía doméstica de un álbum personal de Ocaña y dos diapositivas de Miquel Arnal de la serie que hizo en el estudio de Ocaña, en el 12 de la Plaza Real, durante la confección de los disfraces para el carnaval de Vilanova de 1977 o 1978 (parte de esta serie también se puede consultar en el Archivo ocañí, como estampitas milagrosas que son).
Publicación: C★NDY, nº 7
Fecha: 12/2013
Página: 58-61
Autor: EDUARDO GIÓN, PERE PEDRALS Y MIQUEL ARNAL
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La entrevista está en inglés, como el resto del contenido de la revista, y la podéis leer ampliando la imagen. También os incluyo el texto en castellano, tal cual la hicimos, sin recortes.
OCAÑA
EDUARDO GIÓN: ¿Quién fue Ocaña?
PERE PEDRALS: José Pérez Ocaña fue un artista. Así de simple, un artista, porque lo convertía todo en arte. Quizás su gran obra fue crear a Ocaña, un personaje subversivo en la España de los 70, una extraña mezcla de Charlot, Estrellita Castro, Édith Piaf e Isadora Duncan, que pintaba cuadros sin parar, que montaba exposiciones parateatrales, que lo mismo actuaba en una película que lo hacía en la calle... Un personaje, no un producto ni una marca, un personaje real, de carne y hueso, sincero y sin pelos en la lengua, necesario, por incómodo, en un país que ansiaba la libertad mientras esperaba a que el Dictador muriera en su cama. Mejor dicho, Ocaña fue un artista que hizo de su vida una obra de arte.
EG: Empecemos por el principio de la historia, él era de Cantillana, un pueblo sevillano, ¿cómo llega a Barcelona, por qué motivos y con quién?
PP: Es importante recalcar el origen andaluz de Ocaña, porque queda reflejado en toda su obra. Como bien dices, nació en Cantillana, el 24 de marzo de 1947. Ahí, en ese entorno y esa época, le faltaba el aire. Como es normal, ya de pequeño se sintió atraído por los otros chiquillos y amando creyó ver el cielo abierto, pero entonces llegó el cura y le habló de algo que él no entendía, el pecado. En esa misma línea, la familia, los vecinos, el profesor y el resto de la maquinaria represiva, también le iban cortando las alas. Pero, por suerte, además del amor, también estaba el arte, su vocación. Hay que decir que, en ambos sentidos, en Cantillana, Ocaña topó con la intolerancia y la incomprensión. Más tarde, el servicio militar en Madrid supuso una bocanada de aire fresco, pero muy corta, porque al poco tiempo fue internado en un manicomio de Sevilla. Ocaña, con veintipocos años, se ahogaba... Ni Cantillana, ni Sevilla, ni Andalucía eran su medio natural, por eso, a principios de los 70, como tantos otros españoles, cogió las maletas y vino a Barcelona buscando un poco de libertad, porque aquí el tardofranquismo apretaba un poco menos. No todos venían para quedarse, a veces sólo hacían escala destino a Ibiza, pero Ocaña llegó a Barcelona, donde ya vivía su hermano gemelo, o mejor dicho, llegó a las Ramblas y se sintió como pez en el agua.
EG: ¿Cómo era su obra pictórica, su estilo? ¿Son similares durante toda su trayectoria o va evolucionando progresivamente?
PP: Su estilo evoluciona constantemente, porque Ocaña no para de pintar. En sus primeros cuadros, pinta lo que tiene enfrente, ya sean paisajes de Cantillana o jarrones, le da igual, él pinta. Más tarde, ya en Barcelona, sobre esos paisajes, y ya desde la memoria, empieza a incorporar todo el elenco de personajes del sur, encabezados por sus vírgenes, la gente del campo, viejas de luto y monaguillos, en entierros o procesiones, sembrando o segando, pero casi siempre protegidos por ángeles de la guarda. Poco a poco, la marginalidad de Barcelona empieza a entrar en su obra, cojos, tullidas y prostitutas, también con sus respectivos ángeles de la guarda. En su obra también ocupan un sitio destacado los retratos, los autorretratos y sus bodegones, que nos muestran lo que tanto le gustaba, su domesticidad.
EG: ¿Era católico?, porque demuestra que sí, no sólo por sus pinturas y dibujos de vírgenes o ángeles y otros motivos religiosos, sino también por alguno de sus comportamientos, ¿o era parte de su performace?
PP: Él creía en sus fetiches, nada más, pero si hubiese sido religioso seguramente habría comulgado con el paganismo o, mejor dicho, con el neopaganismo. La Madre Tierra, el Sol, la Luna... Ocaña trabaja con la religión, pero mostrando el Ritual without Myth, que es el título de una de las últimas exposiciones que han incluido obra suya en el Royal College of Art de Londres. Opera con el ritual, con lo teatral, y con su atrezo. Así, recupera y hace suyas las tradiciones religiosas de cuando era chico, como las cruces de mayo o los pasos de Semana Santa infantiles. Los descontextualiza y los vacía del contenido con el que el franquismo y la Iglesia los habían llenado. Se trata de una reapropiación, como cuando le coloca un mantón de Manila y una peineta al Sagrado Corazón, no es una mera provocación, está pintando una imagen en la que al fin él podría creer. Dicho esto, no hay que olvidar que Ocaña era asuncionista, que es como ser del Barça o del Madrid, aunque no es realmente una opción, eso no se elige, se va heredando de padres a hijos. Cantillana se divide entre la adoración a la Asunción Gloriosa o a la Pastora Divina, y este fervor va mucho más allá de la religión... Un ejemplo que lo resume todo, en la exposición La Primavera, en 1982, recreó la Asunción, una de las fiestas religiosas más importantes de su pueblo, con la Virgen subiendo al Cielo rodeada de angelitos... Ocaña, claro está, colocó a sus amigos maricas en la corte celestial.
EG: Ocaña sintió en sus propias carnes el odio y la homofobia de la derecha y el régimen franquista, siendo golpeado y encarcelado. Este hecho lo plasmó en dibujos. ¿Cómo sucedió?
PP: Como dijo tu querido Pierrot, le dieron hostias por mariconear. Fue en 1978, durante la verbena de San Jaime, Ocaña iba disfrazado de vieja y le acompaban Nazario y otro amigo, José. Estaban haciendo un numerito en la terraza del Café de la Ópera, en plenas Ramblas, justo enfrente del Liceu, cuando la policía quiso detenerlos. Ocaña se resistió y no tardó en montarse una bronca espectacular, tanto que muchos colocaron las mesitas del bar a modo de barricadas... Después del forcejeo, en el que se dice que Ocaña, de un mordisco, se llevó parte del dedo de un policía, los tres fueron llevados a comisaría, donde recibieron unas cuantas palizas. De ahí, al día siguiente, pasaron a la cárcel Modelo, donde coincidieron con algunos de los miembros de Els Joglars, un grupo de teatro represaliado por La torna, una obra que se burlaba de las Fuerzas Armadas. Este hecho generó una ola de simpatía y de apoyo hacia Ocaña, que se sumó a la de libertad de expresión por el caso La torna, A las 72 horas, Ocaña, con Nazario y José, salía de la cárcel dejando allí unos cuantos novios, se llevaba otros tantos moratones y era recibido en la calle con flores por sus amigos, familiares y periodistas.
EG: Ocaña junto con Nazario y Camilo, formaban un trío de ases, tres genialidades únicas. ¿Cómo eran ellos tres, qué les unía y qué les separaba?
PP: Creo que es un error hablar de un trío. Sin duda los tres juntos vivieron hechos históricos, pero Camilo y Nazario formaban, junto con otros tantos amigos, parte de la corte de Ocaña. Quizás la idea del trío venga de Ocaña, retrat intermitent, la película de Ventura Pons o del discurso de Nazario, que es a quien siempre entrevistan para saber de Ocaña. No hemos preguntado lo suficiente a Adolfo Fernández-Punsola, ni a Alejandro Molina, ni a Pep Torruella, ni a Perico, Francesc, Guillem, etc. Todos forman parte de la Corte de los Milagros de Ocaña.
EG: Tú recopilas los textos que escribía Ocaña en unas libretas, ¿puedes definir qué personalidad y sentimientos sacas de él a través de esos textos?
PP: Son libretas de cuentas y otras de esbozos, pero casi todas dejan de tener una sola función para acabar mezclando las citas de la agenda con poemas de amor, la lista de la compra con recuerdos de Andalucía, dibujos que serán futuros cuadros con el recuento de las horas de sus empleados... Son Ocaña. Pero no sólo recopilo eso, lo guardo todo. Mi intención era poder redactar su biografía, aunque ya hace tiempo que entendí que una biografía escrita no tiene mucho sentido y que quizás Ocaña necesita algo más anárquico. En este sentido, y aunque parezca una contradicción, decidí crear un archivo y ponerlo en linea. Entiéndeme, cuando digo "anarquía", me refiero al modo de acercarse a Ocaña. En el Archivo ocañí puedes consultar, sin orden ni concierto, artículos de prensa, cuadros, libros, anécdotas, fotos, cartas, vídeos, etcétera. Creo que sólo así se pueden ir apreciando todas las caras de un personaje tan poliédrico.
EG: ¿Crees que está bien reconocida la figura de Ocaña en Barcelona?
PP: No. La imagen que la gente tiene de Ocaña todavía sólo pasa por la película de Ventura Pons. Ahora empieza a ser recordado de otra manera, con su obra. El problema es que hemos conseguido que Ocaña entre en los museos, pero no con obra propia. En una de las últimas exposiciones del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA), se podía ver Ocaña, der engel der in der qual singt, pero su nombre no figuraba en la lista de los artistas que exponían, ese lugar lo ocupaba, no sin razón, Gérard Courant, el director de la película. Y lo mismo ocurre con los vídeos de Vídeo-Nou o las fotos de Miquel Arnal, Colita y Marta Sentís. Pero no nos podemos quejar, hay seminarios y exposiciones internacionales, cosa impensable hace cinco años. Y el Reina Sofía me acaba de pedir unas fotos para Formas biográficas, construcción y mitología individual, una superexposición colectiva que se podrá visitar a finales de año. Poco a poco.
EG: ¿Para cuándo otra procesión de la Beata Ocaña?
PP: Es una pena, pero no creo que haya una tercera procesión. La primera, en 2008, fue un acto de visibilidad y clausuraba de forma festiva la exposición que le dedicamos en el 25 aniversario de su muerte. Trazamos un recorrido que iba de La Rosa del Vietnam al MACBA, porque Ocaña tenía que subir al Cielo y, por entonces, el museo nos parecía como un Olimpo o, al menos y al ser tan blanco, una especie de Santa Sede. Es por eso que, unos meses antes de la beatificación, les propusimos que aceptaran la cesión temporal de las obras que figuran en nuestro fondo. Por desgracia, no quisieron albergar las figuras y nos quedamos a las puertas. Ahí es, precisamente, donde coronamos a la Beata. La segunda procesión, en 2009, tuvo el amparo del Ayuntamiento y se incluyó en el programa oficial de la Fiesta Mayor de la ciudad. Cambiamos el itinerario y dimos un paseo por las Ramblas hasta la Plaza Real, Tierra Santa. Fue todo un éxito y pensábamos que la procesión podía arraigar y llegar a convertirse en una tradición. Nos equivocamos, al año siguiente, el Ayuntamiento nos retiró la ayuda. Ahora estoy negociando la cesión con el CAAC, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Si tenemos suerte, el traslado al museo se convertirá en una nueva procesión, gloriosa y triunfal de verdad. Sin duda, la más genuina de las tres.
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