OCAÑA, OTRA VISIÓN
[...] A todo esto hallarás, pasando página, [...] una resituación de la marginalidad a partir de Ocaña, usado por las revistas libertarias como gancho exótico y sexual...
OCAÑA, LA TERRIBLE ASCENSIÓN DE UN MARGINADO?
[...] La entrada a la exposición es romero. Como el Corpus que ya se perdió. Hay un árbol lleno de libélulas grandes. Son como las de las carrozas que yo hacía de pequeño. Ambiente, éste, de mi pueblo y Andalucía. Todo está colocado como en una caseta andaluza. Con flores de papel blanco sobre verde. Verde y blanco: Andalucía. En las paredes mujeres marginadas. Y marginados. Niños. Después, la Virgen en su capilla de flores y velas. De pequeño, también organizaba exposiciones después de Semana Santa. Con pitos y tambores. Los niños, hoy, se han olvidado de todo esto. Sí. Yo reivindico las fiestas populares y me revientan los intelectualillos que quieren quitar de las señoras sus fiestas y fetiches. ¿A cambio de qué? A cambio de nada.
[...] Más hacia el centro, una fuente de papel con agua de plata chocolate y dos gitanas sentadas, abanicándose. Con cabeza de papel. Detrás, mi casa. Instalada tal como la tengo en la Plaza Real. Con mi belén navideño. Con figurillas de barro. Y un cielo azul. Y mis cortinas de encaje. Y mi armario viejo. Mi ropero. Abierto. Con guirnaldas de hojas secas por ropa. Está dedicada a Conchita, muerta este año. En lo alto, muñecas viejas de porcelana. Totalmente decadente. La cama, el dosel, la mesilla, las sillas... En la mesa de pintura, pinceles viejos y botes. Muñecos de barro sin cocer. Recuerdos. Los españoles estamos por lo romántico.
Aquí sigo trabajando. Porque esto es ahora mi casa. Vienen mis amigos. Regalo a la gente mi casa y mi vida. Esto, Toni, no es un montaje. Aquí está todo lo que he recogido. Todo es una poesía. Como las de Lorca y Miguel Hernández. Estoy aquí con las músicas de Piaf. Con la María de las Ramblas. Con los míos. Con mi Isadora. Todos tienen para mí un encanto. Me identifico con ellos. Con Chaplin. Pero con el que más me identifico es conmigo.
[...] Más allá una mesa con dibujos de niños. Un día se manifestaron para que se les abriera la Mec-Mec y poder pintar conmigo. Son mis amigos. Los mejores, estos de ahí, son de un niño marginado. Siguen los vestidos que he usado para transvestirme. Sí. Me encanta. Transvestirme en una forma de hacer teatro. De mostrarme. Porque todos somos muchas cosas. Yo voy transvestido a las Ramblas. Empalmo con viejos personajes perdidos. Yo estoy allá. La gente me conoce. Me sigue. Canto. Hacemos juerga. Pero yo soy más que esto. Soy Otro. La gente sólo conoce el folklórico porque ciertas revistas sensacionalistas lo provocan. ¿Y qué? Pues cuando han venido aquí, a mi mundo real, han conocido al Ocaña. Mi autodefensa podría ser el travesti. Como el intelectual coge la semiótica. ¿No? Y soy folklórico, claro. Puro. Un hombre es mucho más que folklore. Es poesía, flor, color, hombre, mujer... Detesto la agresividad. Estamos todos demasiado agresivos. La gente está sola. Yo, a veces, necesito el campo. Estoy solo.
[...] TONI PUIG: A Ocaña lo conocí en el café de la ÓPERA. Hace tiempo. Me invitó a usar un frasco de colonia de rosas. Parecía Chaplin.
[...] En un ángulo hay un gran muñeco con dos cabezas cubierto de banderas. Con todas las banderas del país en una. Mi bandera es un arco iris de muchos colores. No quiero limitarme a una sola. Mira. Necesitamos signos.
Mi exposición es para el pueblo. Aquí es maravillosos ver a las mujeres, por la mañana cuando vuelven de la plaza y preguntan que dónde está el Museo Ocaña. No entienden ellas de museos y cosas así. Normalmente lo que hay dentro les impide entrar. Y me hallan aquí. Con todo lo que soy. Vienen. Son viejas con mis viejas. Vírgenes con mis vírgenes. La religión tiene su encanto. Su belleza. Lloran ante el belén. Ahora en sus casas es de plástico. Y yo no soporto que me sirvan una cerveza en un vaso de plástico. En mi exposición está presente la tragedia de Andalucía, como si fuera dos días después de la fiesta. Con los farolillos apagados por el viento y la lluvia.
Esas mujeres lloran, después, en el velatorio. Los jóvenes guardan silencio. En el velatorio un ataud con una mujer de traje blanco. Las veladoras, negras. Con dos ángeles sin cabeza. Con blancas alas. Y muchas flores y velas. Y un Cristo. Una amiga se impresionó. Porque es real. Son mis vestidos, también, de travesti. La gente calla. Oye la música.
Yo soy andaluz, pero Catalunya también tiene su belleza. Como este barrio viejo que recuerda al puerto, lleno de sábanas y geranios truncados. El mar y el río me llevan muchos recuerdos. Mi padre era barquero. Muy sensible. Recuerdo su manera de andar, sus andares de espalda... Era grande y de una sensibilidad exquisita.
Antes del velatorio he colocado los juegos que los niños han perdido: la gallinita ciega, las bolas...
La exposición está llena de primavera. De flores blancas. De ojos. Recuerdo a los amigos que amo. Puedes ver en las pinturas los ojos profundos de los árabes, el viento del desierto... Yo pinto solo. Sin seguir escuelas ni academias. Mi pintar es del pueblo. Terminado esto, volveré a las Ramblas. A sacudir mi pelo blanco sobre mujeres marginadas. Volveré a los cementerios para que entre el silencio sobre mi cuerpo. La gente no es sensible. ¡Es tan importante amarse!
Toda esta exposición, Toni, es como una sola obra. No hay cuadritos. Hay mucha vida y trabajo. Y esto al pueblo le llega. Y me gusta. La gente que va a la plaza no está intelectualizada. Está fresca como las lechugas que compran por la mañana. Me fascina ver viejecitas en mi exposición...
[...] TONI PUIG: Aquí también se venden cuadros. [...] A buen precio. [...] Muchos han pretendido promocionarlo invitándolo como showman para que anime sus mortuorias fiestas en las que nadie tiene nada que contarse.
TONI PUIG / MANUEL ESCLUSA
Publicación: AJOBLANCO, Nº 27
Fecha: 00/11/1977
Página: PORTADA, 3, 21, 22 Y 23
Autor: (TEXTO) TONY PUIG Y (FOTOS) MANUEL ESCLUSA
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