OCAÑA Y EL "DON JUAN TENORIO" DEL BORN (DE LA JAULA DE LAS LOCAS)



HEMEROTECA (20/10/2016): 

Barceloneando 

Cuando Don Juan Tenorio salvó el Born 

Barcelona celebró el primer aniversario de la muerte de Franco con una apoteósica y gamberra fiesta en el antiguo mercado, una saturnal libertaria que salvó el edificio 

Los actores del Tenorio de 1976, en un receso durante los ensayos.

París también tenía su mercado del Born, Les Halles, que las autoridades de la ciudad de la luz decidieron demoler en 1971, un desatino que, ¡glups!, resucitó el espíritu ‘sans-culotte’ de los parisinos. Antes de ver rodar sus propias cabezas a un cesto, la zona fue vallada para que nadie pudiera contemplar la destrucción de la obra cumbre del arquitecto decimonónico Victor Baltard, el Josep Fontseré francés. De aquellos tumultuosos días queda como recuerdo el audaz trabajo del fotógrafo Jean-Claude Gautrand, que con una Mamiya C33, dos lentes en la mochila y varios rollos de Kodak Tri-X, se subía a los tejados, saltaba vallas y burlaba a los gendarmes (le detuvieron dos veces) para retratar aquel crimen urbanístico. El conjunto de fotografías que seleccionó para exponer tiene un titulo delicioso, ‘L’assasinat de Baltard’. La cosa viene al caso porque 1971 fue precisamente el año en que cerró el Born, “el vientre de Barcelona”, por parafrasear lo que Émile Zola dijo de Les Halles. Pudo correr la misma suerte. José María de Porcioles, alcalde entonces, propuso derribar esa magnífica estructura de hierro para construir un párking. Los vecinos protestaron. El Born siguió en pie, pero inerte, hogar de ratas, como el costillar de un dinosaurio, hasta que en noviembre de 1976 ocurrió algo que ha caído en el olvido pero que fue, sin exagerar, apoteósico. El próximo 20-N se celebrarán 40 años del ‘Don Juan Tenorio’ del Born, una obra de teatro que solo se representó una vez y que, como decía el cartel promocional, ponía sobre escena a nueve ‘donjuanes’ y 15 ‘ineses’.
Para que lo de apoteósico no quede como una exageración sin más, es necesario, primero, rememorar cómo terminaba la representación. Pau Riba era Doña Inés en el último acto. Iba vestido de Gilda. Mario Gas era el director de aquel fragmento de la representación, porque la obra era coral. En mitad del Born estaba a punto una grúa de brazo de la que estaba suspendida una jaula. Pau ‘Gilda’ Riba y Don Juan (no es fácil precisar qué actriz representaba ese papel), ya cadáveres tenían que montarse en la jaula y subir así a los cielos, en este caso el techo del Born. Antes, sin embargo, tenían que pasar entre los varios miles de personas que abarrotaban el recinto. Muy amablemente, el nieto de poetas (Carles y Clementina) recuerda ahora lo que sucedió. Se le apareció Ocaña en mitad del pasillo. No formaba parte de la ‘troupe’, pero, ya se sabe, el sevillano era el perejil de la todas las fiestas de la ciudad, y esa no se la perdió.
—Hombre Pau, ¿qué ‘hases’ tú por aquí?.
Cabe suponer que para Ocaña fue un sorpresón ver a Riba travestido. A lo mejor hasta se hizo una ilusión.
—Calla, calla, que estoy muerto.
—Pero que ‘dises’, si ‘hases’ muy buena cara.
Con gestos, Riba le señaló la jaula y de qué iba la cosa. Total, que aquel Tenorio acabó con un trío de espectros en la jaula. “Creo recordar que Ocaña iba perdiendo plumas o algo así”.


“KERMÉS GLORIOSA”
La fecha no era poca cosa. El Tenorio del Born se celebró, con un par, en el primer aniversario de la muerte de Franco. Fue una parranda colosal y reivindicativa en un periodo de interregnos, es decir, que no era, como es obvio, una gentileza del régimen, pero tampoco un anticipo de la llegada de los primeros alcaldes y concejales de la democracia, a los que, como no hay nada más falso que la memoria, les gusta a veces contar que ciudades como esta pasaron del blanco y negro al color porque ellos se arremangaron, que trajeron las nuevas plazas y las fiestas mayores. La demostración de que no fue así es el Tenorio del Born. Aquello fue una iniciativa libertaria a cargo de Asamblea de Trabajadores del Espectáculo recuerda Juanjo Puigcorbé, otro de los directores del montaje, “fue una kermés gloriosa” y, sobre todo, “un momento germinal”. El plan era hacer caja para poner en marcha otros proyectos artísticos. Ahí estaban los actores que después le han dado vida a la escena catalana. En el acto que dirigía, Puigcorbé tenía, entre otras, a Assumpta Serna y Sílvia Munt. La cosa pintaba bien, pero en la calle, por vicio o por costumbre, la policía realizaba cargas entre la muchedumbre que se agolpaba en la puerta. Total, que para evitar males mayores, la mayoría del público entró sin pagar.
Poco después se editó un librito, con ilustraciones de Mariscal y todo, que era una suerte de ‘making off’ de aquella fiesta sin precedentes. “Dedicamos el libro a todos los que entraron en el Born sin pagar, esperando que esta vez compren el libro”, aparece en la página de las dedicatorias. Es un relato pormenorizado de los preparativos de la representación, con momentos muy cómicos, como cuando una delegación de la asociación decidió ir a explorar el Born, a ver qué tal era el sitio. Saltaron la valla. “El estado del interior era deprimente. El espacio, pero, era extraordinario”. Nada más sacar esa conclusión saltaron la misma valla un grupo de chavales de unos 12 años. Muy chungos. Era la ‘banda del Borne’, como la del Correa, pero menos famosa. Tras el susto, hicieron buenas migas. Les asesoraron sobre cómo estaba aquel lugar.

UNA IDEA PARA EL 20-N
A veces se recuerdan las jornadas libertarias de 1977 del parque Güell. Dicen también que la parranda de Nochevieja de 1976 en el Poble Espanyol fue un despiporre autogestionario homérico. Lo que interesa ahora, estos días, es el Born, y resulta que, según se mire, fue un grupo de más de 100 actores quien evitó un asesinato como el de Les Halles. Tras la representación, la prensa dio cuenta del Tenorio, con mesura, pero en una segunda ola de artículos aparecieron los Oriol Bohigas, Enric Soria y otros a defender con renovado empuje la recuperación del Born como espacio público ciudadano. Costó, pero sucedió. Aquella Barcelona de interregnos, que hay que imaginar como una aspirina efervescente dentro del vaso de agua, pero a lo bestia, tuvo una vida corta. El próximo 20-N habrá quien vaya al Born a protestar contra la estatua del Franco decapitado. Lo más apropiado (son 40 años, cifra redonda) sería ir a recitar a Zorrilla.

Publicación: El Periódico de Catalunya
Fecha: 20/10/2016
Página: en línea
Autoría: (texto) Carles Cols y (foto) María Elba

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